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Qué es la carga mental o por qué sentimos que no podemos más

Llegamos de noche a casa, cansadas por la jornada laboral y lo único que queremos es cenar, tumbarnos en el sofá y desconectar. Sin embargo, siempre hay algo que nos ronda la mente: labores del hogar, tutorías con los profesores de los niños, la lista de la compra… Son pensamientos que cansan tanto o más que hacer las tareas en sí mismas.

La carga mental y su invisibilización

Vivimos cansadas. Cuando nuestro hogar debería ser un refugio para nosotras y un lugar de descanso del trabajo, puede llegar a ser algo mucho más agotador por todo lo que conlleva. Seguro que te has sentido así muy a menudo y no has logrado encontrar una explicación que justifique cómo te sientes. ¿Por qué me siento así si mi pareja limpia, cambia de ropa a los niños, hace la comida?

Nuestras parejas no llevan intrínseca la necesidad y obligación de sacar adelante una casa, de tenerla recogida o de cocinar para que, cuando nosotras lleguemos a casa tras estar todo el día trabajando, podamos sentarnos tranquilamente a cenar juntos. Y a pesar de que hacen las tareas seguro que antes preguntan: “¿dónde está el limpiacristales?”, “¿y los pañales del niño?”, “¿no quedan pimientos?”. Aunque ponen interés en que les enseñemos a hacer las cosas y eso lo valoramos, nos frustramos, porque ¿quién nos enseñó a nosotras? ¿Lo hizo alguien en algún momento?

Esta es la llamada “carga mental”: la necesidad y obligación de estar constantemente pendientes de todo, que puede acarrear ansiedad y estrés en las mujeres, pues somos quienes más lo sufrimos a lo largo de nuestra vida.

Principales problemas en casa

La sociedad está avanzando poco a poco y gracias al feminismo estamos logrando equiparar nuestros derechos a los de los hombres. Sin embargo, hay roles que permanecen muy marcados inconscientemente, de los que aparentemente no nos damos cuenta, pero que están ahí. El que seamos nosotras quienes controlemos absolutamente todas las tareas de casa y de la familia no es casualidad, sino que es algo que viene arrastrado desde las culturas más primitivas donde la mujer se quedaba en casa asumiendo el cuidado de los hijos y del hogar, sin tener vida más allá de ello. Esto, a día de hoy, sigue presente en nuestras rutinas.

A menudo nos preguntamos por qué nuestra pareja no sabe dónde están las cosas, si vive en casa al igual que nosotras. O qué ocurriría con los niños si nosotras decidiéramos fugarnos. O incluso: ¿pasaría “lo mismo” si los que se fugaran fueran ellos? Es interesante analizar esta comparativa, porque la respuesta parece clara: si ellos se van, quizás se notaría menos, porque nosotras seguiríamos haciendo todo lo que hacemos a diario y asumiendo esas otras tareas. En cambio, si nos vamos nosotras, ellos tendrían que hacer un proceso de adaptación en el que tendrían que cargar con todas las responsabilidades (también mentalmente) con las que hemos cargado nosotras desde siempre, que estaban ahí y que nadie las veía porque estaban silenciadas e invisibilizadas.

Por otra parte, hay veces en las que nosotras tampoco permitimos que ellos se hagan cargo de ninguna situación, porque no sale innato o porque pensamos que lo hacemos mejor. Entonces entramos en un bucle en el que nosotras, al asumir absolutamente todo, no damos pie a que ellos hagan nada ni dejamos que aprendan, asuman o incluso creen sus nuevos roles o rutinas.

¿Qué consecuencias tiene asumir todas estas tareas y cómo solucionarlo?

Es normal que toda esta carga de responsabilidades y obligaciones de casa acabe pasando factura en nuestra vida familiar y en nuestra relación de pareja, llegando a reducir nuestra libido y nuestras ganas de estar con nuestra pareja, pues lo podemos llegar a ver como una carga más. Además, tampoco nos permite dar lo mejor de nosotras en otros ámbitos cómo el trabajo, quizás donde queremos prosperar y alcanzar unos objetivos que nos hagan sentirnos realizadas con nosotras mismas, o incluso en nuestra vida social o en nuestro propio cuidado. Por tanto, esta carga mental nos afecta en todas las esferas de nuestra vida, y no es extraño que nos sintamos así, es totalmente natural. No debes sentirte mal por sentirte sobrecargada y saturada. Eso sí, nuestro objetivo es acabar con este sentimiento, y por más que queramos, no es algo que podemos hacer solas.

El estrés y la ansiedad que genera la carga mental es algo que no debemos solucionar también nosotras solas. Es verdad que el primer paso debemos darlo nosotras: no podemos seguir pensando que somos máquinas que lo pueden registrar y hacer todo. Tenemos que ser conscientes de que somos personas, nunca perfectas, con nuestras virtudes y nuestros cientos de defectos. Una vez que nos “humanicemos” a nosotras mismas, podemos dar el siguiente paso.

Lo más importante de todo es tener una buena comunicación con nuestra pareja. Tenemos que explicarle que no debe “ayudarnos” en casa, porque eso implica que nosotras asumimos un papel principal de cuidadoras. Todos debemos colaborar, de manera equilibrada y sin tener que cargar única y exclusivamente nosotras con unas responsabilidades que, en realidad, son de todos. Al “ayudar a la mujer en casa” da por sentado que es responsabilidad nuestra y nunca de ellos. Recuerda que también también es su casa, son sus hijos, es su familia: por tanto, es una co-responsabilidad. Es útil hacer el ejercicio de pensar ‘cómo compañeros de piso’ a la hora de repartir las responsabilidades. Un modelo más alejado del modelo tradicional familiar y que nos puede ayudar a ser más equitativos.

A nuestros hijos hay que inculcarles estos valores desde pequeños. Con una educación basada en las emociones y los sentimientos, los niños pueden llegar a asumir de manera muy fácil y rápida (incluso más que los adultos) que además de los deberes del colegio, también existen deberes en casa. Y los padres no podemos sentirnos mal por encargarle a los niños tareas: educarlos con estos valores desde la infancia hará que en el futuro deje de existir la carga mental en las mujeres.

La clave está en repartir las obligaciones entre todos los miembros de la casa para que así también podamos compartir nuestro tiempo libre. Valorad ese descanso y el poder disfrutarlo juntos, ya que esto mejorará vuestra vida familiar y fortalecerá vuestra relación de pareja. 

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