Ansiedad: ¿qué es y cuáles son sus síntomas?
Todas hemos sentido preocupación o nerviosismo alguna vez, incluso podemos experimentarlo con frecuencia. Y es que la ansiedad es una reacción humana normal y adaptativa ante situaciones de estrés. Sin embargo, cuando esta ansiedad persiste en el tiempo y se presenta de manera excesiva en momentos en los que no debería, es cuando pasa a considerarse patológica y hablamos de un posible trastorno de ansiedad. Para algunas personas, la ansiedad puede persistir e incluso empeorar con el tiempo. Las personas que viven con niveles altos de ansiedad acostumbran a sentirse abrumadas por sus propias emociones y, a menudo, pueden sentir rechazo a esos sentimientos o vivir situaciones no agradables (tener taquicardias en situaciones cotidianas que no suponen peligro alguno, etc.) [1].
Pero ¿qué es un trastorno de ansiedad? Pues tal y como se recoge en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5, 2013), un trastorno de ansiedad es un tipo de trastorno mental que se caracteriza, entre otros, por la presencia de miedo y ansiedad excesivos, así como también alteraciones conductuales (fuga, huida, evitación…) asociadas a esas sensaciones. Por otra parte, también es importante diferenciar el miedo de la ansiedad: mientras que el miedo es considerado una respuesta emocional a una amenaza inminente (sea real o imaginaria), la ansiedad es una respuesta anticipatoria a una amenaza futura. Tanto el miedo como la ansiedad son adaptativos y útiles para nuestra supervivencia y, aunque a menudo se solapen, también es posible diferenciarlos. El miedo acostumbra a manifestarse a través de movimientos de activación autonómicos (propios del sistema nervioso autónomo, encargado del movimiento involuntario) orientados a la defensa o la fuga, mientras que la ansiedad está más asociada con la tensión muscular, estar expectante ante un peligro futuro y tener un comportamiento evitativo [2].
En cuanto a la sintomatología cognitiva asociada a los trastornos de ansiedad, esta variará en función del tipo de trastorno que se tenga. Por ejemplo, en un trastorno de ansiedad generalizada (TAG), habrá presencia de una ansiedad persistente y excesiva (durante 6 meses o más) y de preocupación constante sobre aspectos diversos de la vida (como el trabajo, los estudios, la familia…), que acostumbran a ser difíciles de controlar. Por otra parte, con relación a la sintomatología física, en el TAG es habitual experimentar inquietud, nerviosismo, altos niveles de fatiga, dificultad para concentrarse, sensación de mente en blanco, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones en el sueño [2].
Los trastornos de ansiedad son unos de los trastornos mentales más frecuentes en la actualidad. Así lo demuestra el Estudio Europeo de la Epidemiología de los Trastornos Mentales (European Study of the Epidemiology of Mental Disorders, ESEMeD), realizado en 6 países europeos (Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Holanda y España), donde se observó que un 13,6% de la población había tenido algún trastorno de ansiedad a lo largo de su vida (Alonso et al., 2004) [citado en 3]. Además, la mayoría de los trastornos de ansiedad aparecen más frecuentemente en mujeres que en hombres (en una proporción de 2:1) [2], y se ha visto que las mujeres en edad reproductiva son entre 2 y 3 veces más vulnerables a desarrollar trastornos de ansiedad que los hombres [3].
¿Cómo puede afectar a la vida sexual?
Bien, ahora que ya sabes qué es la ansiedad y cómo se manifiesta, es importante que conozcas cómo puede afectar a tu vida sexual. Steinke y Wright (2006) (citado en 4) observaron que la ansiedad se asociaba de forma negativa con la satisfacción sexual, en especial con la fase de excitación (la primera de las 4 fases de la respuesta sexual, según Masters y Johnson). Sin embargo, hay estudios que han encontrado que la ansiedad puede incluso facilitar la excitación (Hoon et al., 1977; Laan et al., 1993-1995 y Palace y Gorzalka, 1990, citados en 4). Por otra parte, investigaciones como la de Bradford y Meston (2006) y la de Van-Minnen y Kampman (2000) señalan que algunas mujeres con trastornos de ansiedad muestran una menor activación sexual percibida (es decir, la excitación que creen tener), pero una mayor activación sexual física real. ¿A qué podría deberse esto? Pues partiendo de que las personas con ansiedad acostumbran a infravalorar sus capacidades, también podrían hacerlo a la hora de tener relaciones sexuales, lo que acabaría generando una alta autocrítica y anticipando consecuencias negativas [4].
Y es que, de manera general, sentir ansiedad antes del sexo puede llegar a ser normal (especialmente en las primeras veces con tu pareja, por ejemplo). Sin embargo, llegar a sentir tanta ansiedad hasta el punto de no poder tener relaciones sexuales o ser incapaz de disfrutar del sexo no es normal. Varios estudios dan voz a un tipo de ansiedad que parece afectar especialmente en el plano sexual, conocida como Sexual Perfomance Anxiety (SPA, en sus siglas del inglés) que en español vendría a ser ansiedad por el rendimiento o desempeño sexual. Este tipo de ansiedad acostumbra a ser más frecuente en hombres que en mujeres, manifestándose entre el 9 y el 25% de los hombres y el 6 y el 16% de las mujeres [5,7]. Esta ansiedad por el rendimiento o desempeño sexual (PSA) es caracterizada por un miedo y preocupaciones excesivos ante la idea de no estar a “la altura” de alguna expectativa preconcebida dentro del contexto sexual (miedo de no satisfacer plenamente a la pareja, preocupación por el mantenimiento de la erección, por no lubricar lo suficiente…). Esta ansiedad puede estar relacionada tanto con preocupaciones sobre la imagen corporal, la masculinidad o feminidad de uno mismo, o por aspectos de la respuesta sexual en sí misma. Si no se trata a tiempo, puede afectar a la respuesta sexual normal y dar como resultado relaciones sexuales insatisfactorias con la pareja [6].
A pesar de no existir un diagnóstico actual para este tipo de ansiedad, la SPA parece ser un factor predominante en la inhibición sexual. La presencia de pensamientos distractores o la presión a la hora de querer tener relaciones sexuales “perfectas” puede provocar una pérdida de la excitación, sobre todo debido a las consecuencias negativas que se anticipan. Un estudio de McCabe (2005) [7] comparó las actitudes en hombres y mujeres sexualmente funcionales y con disfunción (un total de 343 sujetos) y encontraron que uno de los principales factores relacionados con todos los tipos de disfunción sexual en ambos sexos era la ansiedad por el desempeño sexual (PSA). En las mujeres, los pensamientos que distraen durante la actividad sexual, en especial la preocupación por la imagen corporal, son una de las causas más importantes de bajo deseo sexual. Otra encuesta de Estados Unidos, de 2007, con participantes de entre 57 a 85 años, encontró que el 25,1% de los hombres y el 10,4% de las mujeres habían tenido ansiedad por el desempeño sexual (PSA) durante varios meses o más, en el último año. En la misma línea que el estudio anterior, un estudio de Reino Unido con personas de entre 16 y 44 años, mostró que la SPA se encontraba entre los 5 problemas sexuales más frecuentes en mujeres (6,7%) y entre los 3 problemas sexuales más frecuentes en hombres (9%) [8]. Así pues, a pesar de ser un problema que afecta predominantemente a hombres, en mujeres tampoco es inexistente.
Aunque la relación entre la ansiedad y la respuesta sexual no termina de ser del todo clara, se ha visto que, en algunos casos, la ansiedad puede aumentar la excitación sexual. Aún así, la mayoría de las veces la ansiedad interfiere negativamente con todas las fases de la respuesta sexual: deseo, excitación (incluida la lubricación) y orgasmo [7]. Esta ansiedad puede actuar como una distracción de la eroticidad del momento, lo que puede afectar negativamente al acto sexual. Así pues, podría decirse que existe una relación curvilínea entre la activación simpática y la excitación sexual. Es decir, tener unos niveles muy bajos de ansiedad no es beneficioso, porque genera poco interés por el sexo y aburrimiento, pero el extremo opuesto (un exceso de ansiedad) también es igual de perjudicial, porque generara niveles muy altos de distracción. De esta manera, un punto medio en la curva de ansiedad sería la activación ideal para la actividad sexual [6].
Consejos para control y manejo de la ansiedad
Ya has visto qué repercusiones puede tener un exceso de ansiedad tanto en tu vida sexual como en tu bienestar general. Si sientes que tú o tu pareja estáis pasando por un mal momento y creéis que os empieza a afectar en vuestra intimidad, quizá sea hora de buscar alguna solución para evitar que vaya a más. He aquí algunos consejos que pueden ayudarte a lograr manejar un poco mejor la ansiedad:
- Huye de la idea de querer tener una vida sexual “perfecta”. No existe la perfección, y mucho menos en el sexo. Cada pareja es única, por lo que es importante tener paciencia y respetar el ritmo de cada uno. ¡Recuerda que el hecho de sentir ansiedad durante las relaciones sexuales no hará que seas menos capaz de satisfacerte a ti misma, o a tu pareja!
- Mantén una comunicación activa con tu pareja. Muchas parejas han sido capaces de superar la ansiedad con tiempo, esfuerzo y mucha comprensión. En mujeres, especialmente, se ha visto que ser abiertos sobre las preocupaciones con la pareja es uno de los métodos que más ayudan a la hora de superar ansiedad en el sexo.
- Buscad nuevas formas de intimidad juntos (o en solitario). No tengas miedo a experimentar contigo y con tu cuerpo. No es ningún misterio que los beneficios de la masturbación son infinitos, además de que te ayudará a explorar tus necesidades, entender tu ritmo, y ver qué funciona contigo. Por otra parte, en cuanto a la intimidad de la pareja, si sentís que el sexo aún es demasiado o que no estáis listos, podéis probar diferentes técnicas para relajaros o ayudar a crear ambiente (masturbarse mutuamente, dar masajes, daros un baño junto, poner música romántica…). También podéis utilizar lubricantes o usar juguetes sexuales que os den un extra de ayuda, hay mucha variedad para escoger ¡Dad rienda suelta a vuestra imaginación!
- Céntrate en el “aquí y ahora” de cada momento. Estar pensando y anticipando constantemente lo peor de cada situación genera tensión y mucho estrés, por lo que es recomendable que intentes centrarte en lo que esté haciendo en ese momento y dejes los demás pensamientos para más tarde. Aunque no te resulte fácil las primeras veces, poco a poco lograrás ir teniendo un mejor control de tus pensamientos.
- Realiza cambios en tu estilo de vida. Incorpora la meditación, una rutina de ejercicio (que además de ayudarte a sentirte mejor con tu cuerpo, también ayudará a disfrutar más tiempo en la cama) y procura llevar una dieta equilibrada y una rutina de sueño saludable. ¡Todos estos cambios pueden ayudarte a reducir el estrés de manera satisfactoria!
- Busca ayuda terapéutica profesional. Si el problema persiste en el tiempo y sientes que nada de lo que haces (o hace tu pareja) ayuda, quizá sea hora de que consideres pedir ayuda psicológica. Los beneficios de acudir a terapia son muchísimos, además de ser útiles y eficaces a la hora de tratar trastornos de ansiedad de cualquier tipo. Por ejemplo, para el tratamiento de un trastorno de ansiedad generalizada (TAG), tanto la terapia cognitivo-conductual como las técnicas de autocontrol y de relajación han mostrado ser altamente efectivas. La psicóloga te ayudará a trabajar las creencias, actitudes y expectativas que pueden estar manteniendo la ansiedad, y también te ayudará a controlar la sintomatología más física a través de la relajación [9]. Por otra parte, es habitual complementar la terapia psicológica con tratamiento psicofarmacológico (benzodiacepinas y/o antidepresivos, en función de la gravedad y de las condiciones de cada caso). Sin embargo, si este llega a ser tu caso, es necesario (y altamente recomendable) que primero consultes con tu médico de confianza sobre todos los posibles efectos secundarios de este tipo de medicación, pues pueden tener también muchas repercusiones a nivel sexual.
- Si notas también problemas en el terreno del deseo sexual por causa de la ansiedad, puedes probar suplementos naturales para la libido como FemmeUp Libido con productos como maca, damiana, jengibre o ginkgo biloba que te ayudan a sentirte con más energía y deseo sexual.
En definitiva, como siempre decimos, la sexualidad es multidisciplinar y funciona como un todo. Tanto la salud física como la mental influyen en su expresión, por lo que es importante cuidar de ambas. Tener problemas de ansiedad puede llegar a ser bastante común, pero, por desgracia, pedir ayuda no lo es tanto como debería (¡y no hay nada de malo en pedir ayuda!). Desde FemmeUp te animamos a cuidar de tu salud y, sobre todo, a tener paciencia. Con el tiempo y la ayuda adecuados, ¡volverás a disfrutar de tu sexualidad como siempre lo has hecho!
Fuente:
[1] American Psychological Association. (2017). Ansiedad: Más allá de la preocupación. Apa.org. https://www.apa.org/topics/anxiety/preocupacion
[2] American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.) https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
[3] Arenas, M. C., & Puigcerver, A. (2009). Diferencias entre hombres y mujeres en los trastornos de ansiedad: una aproximación psicobiológica. Escritos de Psicología - Psychological Writings, 3(1), 20–29. https://doi.org/10.24310/espsiescpsi.v3i1.13331
[4] Rodríguez Jiménez, O. R. (2010). Relación entre satisfacción sexual, ansiedad y prácticas sexuales. Pensamiento Psicológico, 7(14). https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3265093
[5] Ohwovoriole, T. (2021). What to Know About Sexual Performance Anxiety. Verywell Mind. https://www.verywellmind.com/sexual-performance-anxiety-symptoms-causes-treatments-5207955
[6] Rowland, D. L., & van Lankveld, J. J. D. M. (2019). Anxiety and Performance in Sex, Sport, and Stage: Identifying Common Ground. Frontiers in Psychology, 10, 1–21. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2019.01615
[7] McCabe, M. P. (2005). The role of performance anxiety in the development and maintenance of sexual dysfunction in men and women. International Journal of Stress Management, 12(4), 379–388. https://doi.org/10.1037/1072-5245.12.4.379
[8] Pyke, R. E. (2020). Sexual Performance Anxiety. Sexual Medicine Reviews, 8(2), 183–190. https://doi.org/10.1016/j.sxmr.2019.07.001
[9] Fernández López, O., Jiménez Hernández, B., Alfonso Almiral, R., Sabina Molina, D., & Cruz Navarro, J. R. (2012). Manual para diagnóstico y tratamiento de trastornos ansiosos. Medisur, 10(5). https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=37576
[10] Watson, S. (2011). Sexual Performance Anxiety: Causes, Symptoms, and Treatments. WebMD. https://www.webmd.com/sexual-conditions/guide/sexual-performance-anxiety-causes-treatments