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DESCUBRIR LO QUE NOS PRODUCE PLACER

Algo tan sencillo como darnos un tiempo para averiguar qué nos da placer, puede cambiar por completo nuestra vida sexual. Y es especialmente recomendable hacerlo si pensamos que ya sabemos lo que nos da placer.

Los automatismos se instalan en la actividad sexual de la misma forma que lo hacen en cualquier otra actividad. Y cuando esto sucede la probabilidad de que deje de ser una vivencia placentera aumenta.

 

La rutina no aburre porque sea repetitiva

Tendemos a pensar que repetir algo termina por aburrirnos. Cuando parece que una relación decae a menudo nos centramos en romper la rutina. Pero podemos comprobar que no es la repetición lo que nos desmotiva.

De hecho, cuando algo nos apasiona, repetirlo nos entusiasma. Buscamos huecos en nuestras agendas para volverlo hacer. Para hacerlo de nuevo de esa forma que tanto nos gusta

Entonces ¿qué es lo que nos aburre?

Lo que nos aburre es realizar actividades, repetidas o puntuales, que no cubren ninguna de nuestras necesidades.

 Si no necesito aprender inglés, me aburren las clases de inglés. Pero basta que tenga un viaje en mente, que haga del inglés algo indispensable, para que asistir a clases me parezca un plan de lo más atractivo. Asistiré con curiosidad todos los días a la misma hora para ver a la misma persona hablándome otra vez de estructuras gramaticales. 

Y pediré más.

 

¿Y puede ser que no necesitemos sexo?

Puede ser que no necesitemos lo que nos aporta la manera en la que estemos teniendo sexo. Puede ser que el sexo que siempre nos había satisfecho deje de hacerlo.

 

Este puede ser un momento de desconcierto. Sabemos lo que no nos está dando satisfacción pero no sabemos lo que sí nos la puede dar. El primer paso es recordar que si ya no nos satisface es porque nuestras necesidades han cambiado. 

 

Continuar repitiendo lo que nos satisfacía pero que ya no lo hace, o lo que nunca nos ha dado satisfacción, es caer en el automatismo. Y va a terminar por aburrirnos. No por repetitivo, si no por automático.

 

Volver a conectar con lo que nos produce placer

El placer no es algo exclusivo de la sexualidad. Y aumentar nuestra capacidad de gozar en cualquier ámbito de la vida hará que también aumente nuestro goce en la práctica del sexo. 

Hablamos de gozar y de capacidad de gozar. Esto quiere decir que tenemos dos caminos por recorrer en los que tenemos que avanzar simultáneamente: averiguar qué nos  hace gozar y permitírnoslo.

Sugiero empezar a recorrerlos en nuestra vida cotidiana, que suele estar menos condicionada en términos de placer que nuestra vida sexual.

Lo primero es olvidarnos, aunque sea por un tiempo limitado, de lo que nos han explicado que debe darnos placer y lo que no. Ese es el primer permiso que necesitamos darnos.

Lo segundo será despertar nuestros sensores, estar minuciosamente atentas a nuestras reacciones físicas ante cualquier situación o actividad. Son nuestros tejidos y nuestros humores los que nos hablan con sinceridad de lo que nos da gusto y de lo que no, de lo que cubre nuestras necesidades y lo que no.

Me derrite

Esta expresión que usamos para decir que algo nos produce placer, puede ayudarnos a identificar con claridad los signos físicos que aparecen en estos momentos.

Derretirse es perder consistencia, es hacerse más líquido. Y esto es justamente lo que nos ocurre en una situación placentera. Bajamos la guardia, nos aflojamos, los tejidos se esponjan y los líquidos corporales fluyen con mayor facilidad.

Observar en qué momentos y con qué actividades nos derretimos es una excelente vía para empezar a descubrir lo que realmente nos produce place

Y ahí… ¡atentas de nuevo! Necesitamos volver a darnos permiso. Porque cabe la posibilidad de que eso que nos derrite no sea lo que esperábamos. Pero es lo que nos derrite. 

Seguir al placer, en el sexo y en la vida

Si nos damos esta oportunidad, la de seguir al placer por inusuales que nos parezcan sus caminos, empezaremos a ver cómo nos dirige con precisión para cubrir nuestras necesidades más profundas. En la vida cotidiana, en la vida sexual, en la vida en general.

Cuando detectar y permitirnos el placer sea un hábito en nuestra vida cotidiana, podemos hacer lo mismo en el ámbito sexual. 

Para muchas mujeres es más sencillo y rico en descubiertas hacer esta investigación a solas. Esto permite ir al propio ritmo. Y una vez hemos descubierto con calma lo que cada una necesitamos, compartirlo en una relación resulta sencillo y gratificante.

Estar derretidos en una relación sexual favorece el contacto profundo entre los cuerpos. Estarán más húmedos, habrá mayores posibilidades de movimiento y gestualidad tanto externa como interna y la comunicación corporal será fluida y rica en matices. 

Cuando en la relación sexual, en lugar de hacer lo que se supone que debería darnos placer, simplemente hacemos lo que sabemos que nos derrite, repetir no será un problema.



Tere Puig, Educadora Somática

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