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Desgarro en el parto: Mi caso

Cuando uno se plantea la maternidad ya sabe que el reto es inmenso. Empezando por los procesos físicos y psicológicos que se empiezan a desarrollar en una misma.

El objetivo de contar mi experiencia es que sirva de reflexión y mejora en la sociedad, tanto para aquellas que decidimos ser madres como para los profesionales de salud que intervienen en todo este proceso.

Con mi primera hija ya descubrí que las cosas muchas veces no suceden como uno desea. Es cierto que como toda mujer novata en estos temas, me documenté, empecé a leer acerca de los procesos que sucederían en mi cuerpo y también acerca del desarrollo del bebe, planes de parto, etc. Pronto como al séptimo mes descubrí que no sería como yo quería sino como ella decidiera. Mi hija estaba sentada con las piernas abiertas y ya tenía un peso y tamaño considerable. Es cierto que me hablaron de técnicas para darle la vuelta, que no llegue a ver claro y de algunos ejercicios que si probé con el fin de que naciera como yo creía que debía hacerlo. Pero la situación no cambió y acabó siendo una cesárea programada.

Y la verdad,  uno está tan convencido de que lo importante es que el niño nazca bien que parece olvidar todo lo demás envuelto. Con ella pasé un proceso de duelo y de depresión leve. Sentía que no había nacido cuando la niña quería y que mi cuerpo no había desencadenado los procesos necesarios a nivel hormonal y emocional para recibirla como debía. Con todo… tenía una niña preciosa y sana. 4 meses más tarde estaba recuperada de mi cesarea.

Cuando me quedé embarazada de mi hijo, sabía que la experiencia no tenía por qué repetirse,  podría ser una parte natural.

Así me lo dijo la ginecóloga y yo también le expresé que ese era mi deseo. Tuve un embarazo muy bueno igual que con la niña e imaginaba que el niño también sería grande (pues la niña pesó 3.500kg).

A los 8 meses, ya estaba colocado correctamente y todo apuntaba a que sería un parto vaginal. Aunque tenía mis miedos, siempre una duda de cómo le va a responder el cuerpo, que no hayan complicaciones, mi deseo de experimentar un parto normal y ver de lo que mi cuerpo era capaz me emocionaba.

El día del parto, previo a haber pasado toda la noche con molestias y contracciones, acudimos al hospital por la mañana. Mi ginecóloga estaba de viaje, así que me atendió otra doctora a la que no había visto y no sabía si tenía claro nada de lo que habíamos hablado sobre el parto.

Pero lo único  que me importaba era pasar ese rato y que mi hijo naciera bien.

En la última parte ya del alumbramiento, mi marido estaba conmigo y la doctora cuando salió el bebe dijo: ¡UPSS! . Esas palabras y su expresión de sorpresa hizo que mi marido y yo , que nos miramos extrañados pues el bebe ya estaba fuera, le preguntamos: ¿Qué ha pasado?. Al salir la placenta se dieron cuenta de que me había desgarrado la pared vaginal, y  desde el peritoneo hasta el ano.

Ella dijo: “parece ser que el niño ha salido demasiado fuerte y rápido y se ha llevado todo por delante”.

¿Cómo que se ha llevado todo por delante?, está claro que si ella sabía lo que significaba eso, jamás me lo explicaría.  Lo único que nos dijo es que llevaría puntos interiores y exteriores.

Hubiera agradecido mucha más información en aquel momento, pues lo que se vino después fue largo, duro y muy triste.

Claro, el niño estaba sano, perfecto y mi cuerpo había hecho todos los procesos necesarios( aumento de oxitocina, endorfinas y adrenalina).Y no podíamos estar más contentos. 

Con  los analgésicos tan fuerte aún tardé horas en darme cuenta del destrozo y empezar a pensar que nadie  en ese paritorio se dio cuenta de cómo estaba saliendo ese niño de 3,750 o si  había que plantearse una episiotomía para que no desgarrara todos los tejidos de mi suelo pélvico.

Los días y meses siguientes fueron una tortura: muchos puntos, mucho dolor, muchas medicación y mucha dificultad para levantarme y sentarme y para permanecer de pie o sentada durante poco tiempo.

A nivel físico cuando llegué a casa en cuanto me vi, vi con un espejo que mi desgarro era inmenso que llegaba hasta el ano. Y que mi informe clínico ponía desgarro de tipo 4. El más alto, el peor.

Te puedes imaginar, hacer pipi con una cicatriz enorme abierta y que escocia a cada momento. Debido a la medicación sufrí estreñimiento y también tenía  miedo de hacer fuerza. 

Sentía un peso grande así que cuando estaba de pie me cansaba pronto pero tampoco podía sentarme si no era encima de un flotador y de lado.  Y por supuesto cambió mi forma de vestir.. nada que rozara en la zona, así que me olvidé de pantalones, jeans y prendas que pudieran rozar la herida.

A eso, pues hay que sumarle, la lactancia de un bebe, que sea por mi malestar, mi poco descanso o por su propias necesidades comía mal, dormía mal, y lloraba mucho. Y una niña de 26 meses que de pronto había visto toda su vida cambiada por la llegada de su hermano.

Los siguientes meses los recuerdo haciendo esfuerzos titánicos.  Gracias al apoyo incondicional de mi marido y mis padres la situación se hizo más llevadera.

Mi hijo nació un 7 de marzo y era un 7 de julio y yo acudía de nuevo a otro ginecólogo porque había un punto en la herida que aún no se había curado y yo veía las estrellas cada vez que hacía pipi. Me recomendó una crema que llevaba una silicona y en un mes por fin… podía dar la herida por cicatrizada.

Ese verano estuvimos sin vacaciones, a los dos meses  me prescribieron como tratamiento ir a un centro de fisioterapia de suelo pélvico en Barcelona al que fui durante 6 meses 2-3 veces a la semana. Además del resto de visitas con diferentes  ginecólogos, el coloproctólogo, y otras especialidades que tuve visitar.

La idea era fortalecer el suelo pélvico, y trabajar la cicatriz con Indiba. Hicimos ejercicios de Kegel, hipopresivos, y trabajaron la cicatriz para que fuera flexible y menos dolorosa.

Siempre he dicho que aunque fue un esfuerzo valió la pena. Las físios de RAP se quedaron perplejas de lo que veían, y ellas deben estar acostumbradas.. para mi no era agradable. Creo que verme en esa situación me ayudó a normalizar parte del tratamiento, si o si tenía que pasar por ahí . 

El tratamiento y mi constancia para aplicar aceites y otros productos que ayudaron a que mi cicatriz cada vez fuera más flexible. Iniciar las relaciones fue un proceso de mucho mimo, y miedo a la vez, y afecta a cómo lo vive la pareja. Pero con el tiempo volvimos a la normalidad.

Actualmente, puedo decir que la rehabilitación fue la clave de mi mejora. A nivel de esfínteres quede bien,  y puedo realizar cualquier ejercicio físico. La cicatriz tengo que decir que me molesta poco, algún momento en concreto pero estoy muy contenta con el resultado  y he recuperado el uso de mis pantalones y tejanos .Lo relató así porque de esto han pasado casi 11 años y por suerte, el tiempo es el mejor aliado para muchas cosas en la vida. Nos permite quedarnos con los mejores momentos y guardar en una caja aquello que sufrimos.

Después de lo vivido podría decir que tengo claro que, aunque tengamos nuestras ideas sobre el embarazo y parto, algunas veces como en mi caso, la realidad es muy diferente a lo que nos gustaría haber vivido. 

A mi me faltó mucha información, me faltó ayuda y guía para gestionar lo que me había ocurrido. Pienso que se tratan los desgarros, hasta las episiotomías como algo común pero que sea común porque muchas mujeres pasen por ello no quiere decir que sea normal. #sermujernodeberíadoler

La intervención de los fisioterapeutas en los planes de embarazo (PREPARTO y POSPARTO) son imprescindibles para que nuestro cuerpo reaccione de la mejor manera en algo tan impresionante como es traer vida.

El apoyo emocional también es crucial. Si estás pasando por algo similar no estás sola, recuerda que hay formas de sanar, aunque el camino no siempre sea fácil.

Si estás en un momento complicado, te invito a que busques ayuda en nuestra comunidad, te informes y sobre todo, te cuides. El cuerpo tiene una capacidad increíble de sanar, pero necesitamos las herramientas adecuadas y, sobre todo, el apoyo de quienes nos entienden 🧡

Testimonio de una usuaria, madre de dos hijos de 11 y 13 años. 

Muestra la importancia de que la atención a la mujer sea integral: fisioterapeuta, matrona y ginecóloga. Que se atienda con humanidad. Y que se priorice el bienestar. 

 

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